Indiana Saintclair. ¿Cómo estamos marchando los Protestantes en América Latina?

Indiana Saintclair.

Teóloga Pentecostal

Maestrante de Teología Sistemática

Universidad Evangélica Martin Luther King Jr.

Managua, Agosto del 2018

El Ayer, el Hoy y el Mañana del Protestantismo en América Latina

Parte VI

No son pocos en nuestros días los intelectuales que nos están advirtiendo que la nuestra es una cultura posmoderna. La cultura occidental ha padecido muchos cambios en las últimas décadas. Debido a la desilusión creciente con el razonamiento científico, la tecnología, el materialismo y los sistemas de gobierno modernos, muchas personas en la década de 1960 iniciaron una búsqueda de relevancia e individualidad, caracterizada por el rechazo de los modelos tradicionales y el anticipo de un nuevo mundo.

Sin embargo, la afirmación forzada de los tradicionales valores «occidentales y cristianos» no pudo cerrar la fisura que se produjo en toda la cultura occidental. En grado creciente, los dioses modernos del Estado, el razonamiento científico, las instituciones, el materialismo y la tecnología, están sucumbiendo a la búsqueda de una nueva integración de las dimensiones moral, religiosa y estética de la vida.

Este proceso de espiritualización de nuestro mundo occidental se está tornando en una verdadera revolución. No se trata de una revolución evidente ni violenta, sino de un proceso interno en el que están participando muchos movimientos de nuestra cultura. Esta revolución en nuestra cosmovisión incluye un retorno a lo primario y directo, en lugar de lo secundario e indirecto; a los sentimientos y emociones en lugar de las palabras que describen eso sentimientos y emociones; a la unidad y totalidad de la vida en lugar de las distinciones y categorizaciones; al relativismo y la elasticidad en la comprensión de la realidad en lugar del dogmatismo y la casuística; a la fluidez y humildad en la afirmación de la verdad en lugar de las ortodoxias, las certidumbres infundadas o las sistematizaciones normativas; en definitiva, a la afirmación de una vida más humana en lugar de una rutina mortífera y mecánica, que no tiene nada que ver con la experiencia de una vida plena.

Este análisis podrá servirnos para responder a la inquietante pregunta en cuanto hacia dónde vamos con nuestro testimonio evangélico en América Latina, y cómo estamos recorriendo este camino tan lleno de oportunidades y desafíos.

Nuevo movimiento en marcha

Estos nuevos movimientos pueden ser caracterizados como la lucha por expandir la concepción del Ser humano como persona, más allá de lo que la necesidad industrial puede tolerar o de lo que el intelecto científico puede entender. Se trata de un nuevo humanismo, no secular sino visionario y trascendente, que pretende devolver al ser humano su valor como persona.

Estos movimientos tienen tres elementos en común, que representan los aspectos principales de loe nuevos desarrollos filosóficos de hoy: (1) han abandonado los viejos intentos de responder a las necesidades humanas, a través de la ciencia, el pensamiento racional, el materialismo, el sensualismo y la religión institucionalizada; (2) .creen que hay un yo humano que está más allá de la cultura, una persona humana que está por sobre el yo socializado, un ser humano cuya identidad incluye un elemento trascendente; y (3) están intentando encontrar una nueva síntesis, que reemplace la vieja fragmentación de la cultura, combinando el arte y la ciencia, la fe y la razón, la tecnología y la condición humana, las emociones y el intelecto, el ser humano y la naturaleza, y que ponga fin a las falsas dicotomías que las viejas maneras de pensar han afirmado inexorablemente y que tradicionalmente se han establecido entre estos elementos.

Una repuesta

El primer elemento común en la cosmovisión de hoy es una nueva manera de responder a las necesidades humanas básicas, fuera de las tradicionales propuestas de la ciencia, la tecnología, el humanismo secular y la religión institucionalizada. Parece ser un hecho fuera de discusión que la ciencia, la tecnología, el humanismo secular y la religión institucionalizada han fracasado en llenar todas las necesidades del ser humano, especialmente sus necesidades emocionales y espirituales.

Por el contrario, estos elementos de la modernidad han creado enormes problemas al hombre occidental. Es por eso que nuestra cultura occidental moderna está en crisis. Enumeremos brevemente algunos de los componentes de esta crisis global:» El equilibrio ecológico está en peligro. Es un hecho la polución irremediable de la atmósfera y los océanos. Se están alcanzando los límites máximos de sobre población.

Un nuevo yo

El segundo elemento común en la cosmovisión de hoyes la convicción de que el yo humano trasciende las clasificaciones del pensamiento científico racional. Como señala Marshall McLuhan, «hoy somos más conscientes de lo no consciente», que cualquier otra generación inmediata anterior.

Hoy los valores son establecidos no en base a principios de trascendencia, sino según las fuerzas del mercado y se han tornado tan volátiles como los precios de los artículos de consumo de primera necesidad. Todo lo mencionado es abrumador cuando se lo considera en su conjunto, y muchos señalan que estos problemas son el resultado del fracaso de la ciencia, la tecnología, el humanismo secular y la religión institucionalizada en satisfacer muchas de las necesidades básicas del ser humano, a pesar de que han contribuido mucho a su bienestar material y su desarrollo cultural. De allí la necesidad de encontrar una nueva respuesta a los viejos problemas del ser humano.

Una nueva síntesis

Su intento es encontrar una síntesis que combine arte y ciencia, las emociones y el intelecto, la condición de persona humana y la tecnología, lo supra-racional y lo racional, el cuerpo y el espíritu.

Este es el desafío más serio que están confrontando hoy los esquemas tradicionales de nuestra cultura. Este es también el elemento que atrae más a quienes están dentro como a quienes están fuera de las instituciones religiosas tradicionales. Este elemento es el que permite al ser humano aprovecharse de lo mejor de la ciencia, la racionalidad y la tecnología, pero integrarlas en la promoción del ser humano, en la expresión de valores suprarracionales y en la vivencia de experiencias sobrenaturales. Esta comprensión integral de la realidad humana no deja de lado ninguna de sus necesidades, sino que procura entenderlas y satisfacerlas de tal modo que la persona humana pueda ser más humana e integrada.

Una nueva cultura en gestación

En estos últimos años del siglo XX, una nueva cultura está emergiendo. Esta cultura en desarrollo se caracteriza por el aprovechamiento al máximo de los recursos científicos y tecnológicos para el mejoramiento de la calidad de vida, pero con una conciencia cada vez mayor de la necesidad de armonizar estos recursos con los procesos de la naturaleza y del espíritu. Vamos camino a una cultura mística y religiosa, donde lo sobrenatural y espiritual no es herejía, sino parte natural de las vivencias cotidianas.

Es a la luz de este nuevo marco cultural que debemos preguntarnos sobre la presencia de la Iglesia en el mundo. Nuestra efectividad en el cumplimiento de la misión que nos ha sido encomendada depende directamente de nuestra capacidad de comprender este marco cultural y ajustarnos al mismo desde nuestra fidelidad al evangelio y nuestro compromiso con el Reino de Dios. En la medida en que logremos entender el mundo en que vivamos, estaremos en mejores condiciones de comunicarle el evangelio del Reino y responder más efectivamente a sus necesidades sentidas.

La necesidad de una nueva estrategia

Todos coincidimos en que, en el desempeño de su misión en el mundo, la Iglesia cumple cinco funciones, que según el Nuevo Testamento son: adoración, proclamación, enseñanza, comunión y servicio.

Más bien lo que me propongo hacer en esta segunda parte de este capítulo, es:

(1) una crítica de nuestro enfoque presente del ministerio evangelizador y educativo de la iglesia, a la luz del análisis de la realidad que hemos elaborado en la primera parte de esta presentación;

(2) una síntesis de lo que me parecen son las necesidades más inmediatas de nuestras iglesias en relación con el cumplimiento de su misión; y,

(3) una propuesta de una nueva estrategia operativa para la evangelización y la educación cristiana en nuestras iglesias, más acorde con los enormes desafíos que nos esperan en los próximos años antes del milenio.

Consideraciones críticas de la presente estructura

A lo largo de los siglos, las iglesias han utilizado diversos medios para llevar a cabo su misión, según las cinco funciones señaladas por el Nuevo Testamento: liturgia (adoración), kerygma (proclamación), didaje (enseñanza), koinonia (comunión), y diakonia (servicio). Estas funciones se han cumplido de las más diversas maneras, generalmente a partir de un eje o énfasis principal.

Cuando más se institucionalizó la iglesia tanto más se fueron elaborando formas litúrgicas, al punto que en la cristiandad griega el purismo litúrgico llegó casi a identificarse con la ortodoxia.

El advenimiento de la Reforma colocó nuevamente el eje de la misión de la iglesia en la proclamación verbal de la Palabra. Como consecuencia de los grandes avivamientos del siglo XVIII en Inglaterra y Norteamérica, la educación cristiana y la difusión de la  Biblia pasaron a un primer plano.

El servicio tendría que esperar hasta principios del presente siglo para ocupar un lugar de mayor importancia dentro del conjunto de la misión de la iglesia. Estas observaciones generales no significan que, en estos grandes períodos de la historia del cristianismo, la iglesia dejó de cumplir alguna de sus otras funciones.

Síntesis de las necesidades de la iglesia

La elaboración de una nueva estrategia operativa para el ministerio evangelizador y docente de la iglesia deberá tomar muy en cuenta las necesidades reales de las mismas en el cumplimiento de su misión hoy. Todo cambio de estructuras y estrategias debe estar sólidamente fundamentado en la identificación de las necesidades que deben ser cubiertas, y que con los medios presentes quedan sin satisfacer.

La necesidad de una evangelización total. América Latina necesita de una evangelización total, con un evangelio total, para el ser humano total. La tarea de evangelización consiste en proclamar el evangelio de Jesucristo con poder. Pero esta predicación debe tener en cuenta el contexto, su cultura y sus necesidades, sin por ello confundirse con ese contexto.

Propuesta de una nueva estrategia

A la luz de las observaciones y comentarios, se sugiere un modelo de estrategia operativa para el ejercicio del ministerio de evangelización y educación cristiana de la iglesia, en el cumplimiento de su misión. Se trata de una sugerencia. Pero  que este modelo se ajuste convenientemente a las pautas que rigen la cultura posindustrial y posmoderna en desarrollo, y responde mejor al período de despertar espiritual generalizado y de crecimiento de la iglesia.

Antes que todo, es necesario distinguir entre la estructura organizativa de la iglesia y su estrategia operativa. La primera tiene que ver con la manera en que cada iglesia se organiza para el cumplimiento de su misión, conforme a su comprensión del Nuevo Testamento y según su particular modalidad o tradición histórica.

En el plano de la estrategia operativa, todos los ministerios contribuyen según sea necesario al logro de los objetivos que se trace la Iglesia.

Fuente:

Pablo Deiros (1997). Protestantismo en América Latina. EEUU: Editorial Caribe

 

 

 

 

 

 

 

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