Jairo Arce Mairena. Hacia una teología de la tierra y el cambio climático

CAPITULO IX

El desafío que se impone parecer ser este: pasar de una sociedad de producción industrial en guerra con la naturaleza a una sociedad de promoción de toda la vida en sintonía con los ciclos de la naturaleza y con sentido de equidad.

Leonardo Boff

PARA LA REALIZACIÓN DE UNA teología que sea en verdad una teología de opción por la vida, es necesario e indispensable comprender la situación social, económica de la tierra y de los campesinos y campesinas, así como sus causas e implicaciones.

Toda reflexión teológica y acción pastoral parte o debe partir de la Biblia, como revelación de Dios dada a la humanidad  y que incluye todo lo que Dios ha hecho, en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra. Hablar de las diversas problemáticas sociales, humanas, creacionales y otras que todavía no conocemos, no es querer inventar algo que no está dicho en la Biblia como dirían los legalistas y fundamentalistas.  Dios hace todo perfecto y nos dio la capacidad de administrar su creación, con él somos coadministradores de todas las cosas, pero hoy estamos siendo reprobados por esta coadministración. Necesitamos hablar de una teología de la tierra o del cambio climático con urgencia, es por lo mismo que estamos reprobados, pero la idea no es quedarnos en la reprobación, la pregunta urgente es ¿qué hacemos? Entre tanto estamos contra el tiempo y con daños irreversibles a la creación y la humanidad, y eso de adaptarnos a lo que venga, no lo debemos relacionar con un conformismo religioso letal, para todo lo bello que todavía tenemos.

No tratamos de justificar una acción teológica, pastoral o eclesial, como que si se tratara de algo ajeno, extraterrestre, es concientizarnos de que somos coadministradores con Dios de todo lo que nos ha dado y lo que todavía podemos hacer algo para no destruirlo. Claro que es muy importante construir el pensamiento, la Teologia, los enfoques, no desde la óptica medieval sino desde nuestra realidad, la realidad del siglo 21.  Entonces reflexionemos sobre el tema.

  1. b) Teología (de Theos / Dios y el Logos /tratado o estudio acerca de Dios) podría ser traducido como “Razonamiento acerca de Dios». Para aquellos que están convencidos que Dios es una ilusión peligrosa y que las personas religiosas son inherentemente «poco razonable», sostienen que el paradigma dominante mecanicista de la relación de la humanidad con la Tierra está en la necesidad de re-pensar. Debemos recordar que la Biblia es esencialmente una colección de escritos que revela y analiza la verdad relacional. El lenguaje de la teología utiliza un tipo de vocabulario de la lengua de la ciencia. Teología de los intentos de pensar de una manera racional, disciplinado y bien razonadas sobre lo que es, en algunos niveles, ‘irracional’ saber.
  2. a) ¿Qué es una Teologia y pastoral de la tierra? Es una reflexión desde la fe cristiana, que busca articular el conocimiento de Dios en relación a la vida humana y a la tierra, más concretamente a la vida de los y las campesinas o a la gente que vive de la tierra. Lo pastoral tiene que ver en que esta visión teológica nace de la práctica, los problemas surgidos, de la lucha por la vida y el respeto a la creación como buenos coadministradores y coadministradoras con Dios.

Trata de ser una teología desde el punto de su estudio sistemático, pone como prioridad la revelación de la Palabra de Dios, el sentir y el ser de Dios sobre los graves problemas de la tierra, no tiene que ver únicamente con la geografía física de la tierra, tiene que ver con la tierra como: Lugar de Vida (ecología, economía, ecuménica etc.), concebida como totalidad antropológica, sociopolítica y religiosa, una espiritualidad del todo, de lo holístico. La tierra es el suelo de la vida humana y de la otra hermandad terrestre. Podemos decir que la teología de la tierra es la teología del hombre y la mujer (del ser humano) de la tierra en comunión-armonía con la diversa hermandad del planeta. Pero es más que eso, la tierra además de objeto de estudio es también el ángulo, el lugar teológico visto desde la vida con toda su interdependencia y con enfoque de la fe.

  1. El desafío ecológico ético-moral contemporáneo y el cambio climático.

Las iglesias han sido, en general, lentas en la comprensión y abordaje de las problemáticas sociales, incluyendo temas ecológicos y la problemática del calentamiento global. Es importante que las iglesias,  comunidades de fe,  estén conscientes de la importancia de su contribución a los cambios de mentalidad y el comportamiento  necesarios para que los 6-9 mil millones de personas que habitamos el mundo puedan de manera equitativa y en paz establecer una relación de respeto y amor con todas las demás especies en nuestro pequeño planeta. Eso amerita un trabajo en conjunto por su puesto con organizaciones que pretenden la misma visión y lucha por la vida. Todos y todas importamos cuando se trata de construir un futuro alternativo.

Entonces, ¿cuál es la naturaleza de una perspectiva teológica sobre el cambio climático y cómo se diferencia del punto de vista científico? Una de las razones por las que terminan en una confusión terrible en las conversaciones entre la verdad de la ciencia y la verdad de la teología es que no somos capaces de hacer las distinciones necesarias entre las distintas formas de conocimiento.

Una forma de saber es la analítica, saber basado en un tema claro / divisiones y  objetos claros, con datos duros y método científico para probar una hipótesis y llegar, en un balance razonable de probabilidad, y de esa manera asegurar que algo es cierto. Conocimiento relacional que llegue a través de procesos relacionales, tales como la conversación, el servicio, el amor, el tacto, la oración, la adoración. Tenemos que hacerle justicia a la verdad relacional que es parte de nuestras experiencias, el amor a la vida, al amigo, a la amiga, a los procesos biológicos y psicológicos que muy pocos valoramos, por ello puede asegurarse que la experiencia religiosa o espiritual es una forma de relación del conocimiento, y aquí las investigaciones abundan sobre ésta temática y la mayoría plantea que ha habido experiencia religiosa y de espiritual en un porcentaje alto de la población mundial.

Cuando examinamos la Biblia también descubrimos que está llena de encuentros con los otros y otras. Por ejemplo, el llamado a Abraham a dejar todo e ir a un país extranjero; la lucha de Jacob, Moisés y la zarza ardiente, el sufrimiento de Job, el encuentro de María con un ángel, el encuentro de María Magdalena con Cristo resucitado, el día de Pentecostés; sueño de Pedro ; Pablo en el camino a Damasco. De principio a fin, la teología cristiana se basa en encuentros religiosos / espirituales. Tratar de explicar cómo una experiencia que pasó o, de hecho, ya sucedió en la historia tal y como se describe, puede ser interesante desde una perspectiva analítica, pero no necesariamente nos llevará a que el significado de la experiencia sea una especie de relación de saber.

El Desafío del cambio Climático

El cambio climático global está ofreciendo a teólogos y teólogas una rica oportunidad de reflexión para regresar a la Biblia con el fin de (re) descubrir la vasta cosmología, la creación que es dinámica y está muy presente entre nosotros y nosotras. Es un desafío reconocer que hemos sido antropocéntricos, por tanto debemos volver a ser cosmológicos y creacionales.

Reflexiones teológicas

La primera reflexión acerca de la Creación. Las historias de la creación cristiana, en particular el capítulo primero del Génesis: 1-26,  hay en el relato un cuadro donde  parece que hubo un  tiempo sin gente. La ciencia nos dice, por supuesto, que la relación es mucho más grande, los seres humanos sólo han existido en los últimos momentos de la escala del tiempo cósmico. La historia de la creación de Génesis ofrece una intuición de un despliegue glorioso y llamado incluso antes de la creación del ser humano, como «bueno».

Se declara la bondad intrínseca de la creación. La creación tiene un valor antes de la valoración que científicos y teólogos puedan hacer. El mandato para «llenar la tierra y tener dominio sobre ella» (Gen.1: 28) destaca la imagen de los seres humanos como jardineros, coadministradores, cuidadores (Gen.2: 15). No hay  justificación en la Biblia para devastar la tierra. En el paraíso original todos los animales comen plantas (Génesis 1:30). El hombre y la mujer comparten una historia común y cercana con todo lo demás en el planeta, tanto animados como  inanimados.

La segunda historia bíblica de la creación (Génesis 1:04, 3: 24) da otra imagen, las consecuencias ecológicas de las que a menudo se pasan por alto. En este relato lleno de poesía, el «Adán» se forma del polvo (‘Adamah’). Al igual que un alfarero trabaja el barro, Dios hace una «criatura de la tierra» (una traducción más precisa de «Adán» que «hombre») y la vida respira en ella. Esto es interesante a la luz de la ciencia porque plantea que los elementos que forman el cuerpo humano fueron creados durante el proceso de formación de las estrellas. Parece que estamos muy viejos, hechos de polvo de estrellas. No somos sólo hermanos y hermanas de los seres terrestres, también del cosmos.

No se mantuvo el ideal de gloria en este paraíso; algo salió mal. En la segunda parte de la historia de la creación (Génesis 3; también Isaías 24:4-13) acontece una perturbación, una fractura, la alienación de la que empezamos a construir la doctrina cristiana de «pecado», palabra  de la cual se ha abusado a través de los siglos. Las relaciones de género no son iguales, las relaciones entre las personas son a menudo determinadas por interés propio y nos negamos a aceptar las responsabilidades de coadministradores, por supuesto, las relaciones con la tierra están fuera de orden.

En la historia de la creación compartida por judíos y cristianos, esta ruptura de las relaciones  se basa el deseo implacable de excedernos  en nuestros límites. En el mito de la creación, las criaturas de la tierra primero viven en un amplio jardín para explorar y jugar, y sólo un árbol situado en el jardín fuera de los límites que dice: “¡No toque ese árbol!» La historia es a la vez divertida e inquietante. Las palabras que siguen, «maldita será la tierra por tu causa» son como una bofetada en la cara (Gen 3, 17). La maldición no ocurre como resultado de la voluntad de Dios, sino por el deseo de tratar la tierra como objeto en vez de cultivar una relación de amor con ella. En lugar de apreciarnos a nosotros mismos como parte del jardín, hechos del mismo polvo, como la historia dice claramente, pasa lo contrario, el jardín es explotado como algo separado de nosotros mismos.

La doctrina del pecado tiene una herencia mixta en la iglesia y ha sido un mal invento. La palabra ha sido utilizada para degradar a las personas, con un sentido muy improductivo de vergüenza como si fueran de alguna manera, el centro de lo malo, lo malo de todo. Pero preguntémonos en este momento sobre la catástrofe ambiental,  pensemos abierta y honestamente sobre sus consecuencias, ¿por qué la tierra sufre gemidos indecibles (como dice Pablo)? «Pecado» es una crisis de relación y significa estar en un estado de alienación y separación – entre el hombre y Dios, entre los  humanos y la tierra, a partir de este estado de flujo de la alienación de las acciones de las personas alienadas. Si aplicáramos el lenguaje de la «relación» a la tierra,  ¿cómo estamos nosotros? Escribe en una lista de todas las palabras que usarías para describir una relación de alta calidad con otra persona (por ejemplo el respeto, dar y recibir, el amor). Entonces contesta sobre la base de estas descripciones: ¿tengo una relación de alta calidad con la tierra?»

Esto nos lleva a la tercera categoría teológica: la redención. Es fundamental para la teología cristiana clásica, en todas las denominaciones, tratar con el problema del pecado / alienación, no es algo que los humanos pueden lograr a través de sus propios esfuerzos, sino que el pecado requiere una acción por Dios para reconciliar (sanar la relación fracturada), expiar (volver a unir) y canjear (relacionado con la liberación de los esclavos). Una vez más, la teología, como lengua de relación, podría ponerse a prueba en contra de nuestra experiencia. ¿No es cierto que a menudo nuestra experiencia es ciega y es atrapada dentro de patrones adictivos? Véase la carta de Pablo a los romanos para una exploración extensa de esta dinámica.

Para los cristianos el camino para salir de esta situación es la obra de Dios continua fundamentada en la vida, muerte y resurrección de Jesús, el Cristo (que significa «ungido» o «Mesías») y el poder del Espíritu Santo obrando a través de la vida de los individuos y las comunidades cristianas. En el cristianismo primitivo influido por sus raíces judías, había un énfasis fuertemente a lo comunitario. El autor de la Carta a los Colosenses, dice que Cristo reconcilia, no sólo las personas sino «todas las cosas» (Colosenses 1:20). Como consecuencia las órdenes religiosas por lo general hicieron hincapié en la simplicidad de la vida (como los franciscanos) y el cuidado de la tierra (como los Benedictinos con sus tradiciones de jardinería). Pero en las iglesias occidentales, la sencillez y el cuidado no siempre son evidentes.

Sin embargo, creemos los cristianos y cristianas creemos que la acción de Dios tiene que ver con la restauración de la  creación, la sanación y la reconciliación de toda la creación. Entonces, ¿por qué hemos ignorado las implicaciones de esta teología y vivimos bajo el reino del modelo consumista? Hay muchas razones. Dos pongo en la mesa, la primera es la absorción gradual de la visión cristiana radical en  medio del imperio o de los imperios. La segunda es una confusión teológica sobre la naturaleza y la ubicación de lo que la Biblia llama el Reino de Dios.

En primer lugar, la absorción social. Todas las visiones nuevas y radicales dentro de las comunidades viven bajo la presión de acomodarse a su entorno político y económico. Para el cristianismo, el desafío político principal comenzó en el siglo 4, cuando por iniciativa de Constantino la iglesia pasó de ser una iglesia perseguida a una iglesia del imperio, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Estado. A partir de ese momento lo que era bueno para el estado (incluyendo la conquista por la vía militar) será bueno para la iglesia y debía estar conforme con la política del imperio, la dominación y el control, en contraste a la enseñanza de Jesús sobre la no-violencia. Esto influyó en una cultura de la dominación y el control de todo, incluso la tierra. La mentalidad de cruzada santa que vinculó el poder militar y la retórica religiosa cristiana está viva y funciona todavía en nuestra época.

Para el cristianismo el mayor desafío económico de absorción fue, irónicamente, en parte sembrado por sí mismo en la reforma europea de los siglos 16/17, en respuesta a los abusos legítimamente percibidos por las estructuras religiosas comunes del movimiento de reforma protestante. Mientras que toda la teología cristiana da un lugar muy alto a la dignidad de la persona, esto es particularmente cierto con el protestantismo, porque se opone a la esclavitud, se defienden los derechos humanos, la salud y el alivio de la pobreza en muchas zonas del mundo. Por eso debe rechazarse la teología individualista (en el que cada empresa es una virtud divina) que sacraliza la industrialización y las revoluciones tecnológicas que han venido a empeorar la situación ambiental del mundo.

Los seguidores de esa teología hacen caso omiso a los efectos desastrosos causados a la tierra, ya los desechos y la contaminación empiezan a tragarse nuestros jardines. Si una persona va al médico y este le dice que va a morir a menos que haga cambios en su comportamiento, entonces este posiblemente se inclinará a actuar de manera razonada. La excepción más evidente de esto es la adicción. La gente prefiere fumar y beber en exceso, incluso cuando saben que en algún nivel, se acortará su vida. Es similar lo que ocurre sobre el comportamiento ante el Cambio Climático, porque nos hemos vuelto adictos al estilo de vida de consumidores.

Una imagen que debemos de trabajar es la del Cristo que «se vacía a sí mismo y toma la forma de siervo» (Filipenses 2:7). Dios deja espacio para la creación a través del auto vaciamiento. La palabra griega para «vaciar» es «kénosis», este es el reto para nuestros tiempos. Kénosis es la base teológica para reducir nuestra huella de carbono personal. Cada uno de nosotros necesita este modelo para ocupar menos espacio en la tierra, para que otros vivan y la tierra también pueda vivir. Hay una conexión directa e inmediata entre la justicia distributiva y la sostenibilidad de la tierra. La justicia y la persona no pueden ser separadas de la tierra ni la justicia de la humanidad. Parece que la contradicción mas grande, que podríamos llamar el vaciamiento auto económico, es algo que nuestra sociedad no está bien preparada para hacer frente.

La primera razón por la que los cristianos han perdido de vista la teología de la creación, es porque se han sometido a un conformismo social gradual de la no violencia radical de Jesús y la ética global común, hacia la violencia política y el consumo económico en el cual miles de iglesias participan.

La segunda razón es que los cristianos han desconectado la tierra en su teología, se han convertido en ejecutores dominados por este mundo y no tienen claridad sobre el Reino de Dios. La teología de los primeros discípulos de la iglesia primitiva se planteó una pregunta fundamental: ¿cuál es la naturaleza del Reino que Jesús anunció como Buena Noticia? Jesús habló sobre el Reino indirectamente a través de parábolas. Tras la muerte de Jesús, la iglesia primitiva se presentó con una revolución intelectual y emocional de las proporciones de Copérnico.

Existe cierto debate dentro de la teología sobre cómo y dónde el Reino de Dios surge y toma posición. A partir de esta pregunta hay argumentos analizan las referencias que los cristianos utilizan cuando hablan sobre la tierra. Una opinión refiere que la tierra actual va a desaparecer y dado que sólo vivimos menos de cien años, nuestra principal preocupación debe ser la salvación de las almas humanas para la vida en el futuro.

Esta teología tiene su más grave expresión en el fundamentalismo conservador originados en EE.UU. Fundamenta en gran medida sus planteamientos en el libro de Apocalipsis, supone que la tierra en que vivimos es un producto desechable que será  quemada en una tormenta de fuego por la violencia humana y los justos salvados serán transportados por vía aérea a un lugar de seguridad antes de ser colocado dentro de un nuevo cielo y la tierra que Dios va hacer. Las implicaciones de una respuesta al calentamiento global son claras – si todo es parte del plan de Dios, entonces no hay que luchar contra esos planes, porque lo que realmente importa es la salvación de las almas. En ese sentido, hablar de cambio climático y en la salvación de la tierra en el mejor de los casos, es una distracción.

Afortunadamente hay una voz cada vez más fuerte en el discurso cristiano. La visión del Reino de Dios mira hacia una transformación radical de este mundo es la posibilidad de volver al diseño inicial y la intención de Dios – la biodiversidad, la no violencia, la paz y la justicia distributiva (Isaías 2:3-5, 11:6-9, 61:1-2). Esto no es solo el esfuerzo de nosotros y nosotras los cristianos, es también un movimiento del Espíritu que  involucra a creyentes de otras religiones que hablan y sienten el mismo amor por la Madre Tierra.

Los pasajes bíblicos que apuntan a «guerras y rumores de guerras (Marcos 13) son claramente proféticos, porque cada vez que la tierra y la riqueza están en juego, el instinto humano egoísta y temeroso por la supervivencia se interrumpe y se inventan guerras. Jesús anuncia el Reino de Dios después de un período de 40 días en el desierto en el que lucha con los demonios de control, poder y justicia propia. Al final Jesús se entrega como un acto de amor no-violento y esto, para los cristianos, se convierte en la victoria final de Dios. La razón por que los cristianos están llamados a una relación de alta calidad con la tierra y todas las demás criaturas es porque somos parte de ese orden creado, y Dios actúa en sacrificio para redimirnos a todos por igual. En los últimos tiempos hemos visto las principales declaraciones de los líderes de todas las religiones principales sobre el cambio climático y en general refieren que el principal problema es la mala administración de los recursos que Dios nos dio a cuidar.[1]

No hay solución fácil de imágenes de contraste en la Biblia entre la violencia de Dios y la destrucción de la tierra, por un lado, y la no-violencia de Dios y la preservación de la tierra por el otro. Ambos están presentes tanto en las Escrituras hebreas y cristianas del Nuevo Testamento. Pero el ser humano está llamado a hacer una elección y ser claro en una de las lentes de interpretación. Es un estiramiento grande para creer en el Cristo Guerrero del Apocalipsis (ver 19:11-21) y al mismo tiempo creer en el Cristo crucificado, que pide el perdón de los enemigos.

Hemos dicho que los cristianos somos lentos en muchas temáticas esto por las concepciones teológicas que tenemos,  y  el problema  del cambio climático y los problemas que le causamos a la tierra no han estado en   nuestros pensamientos y acciones, no han estado en nuestras agendas pastorales y eclesiales debido a dos razones principales: a) la iglesia siempre ha tenido las tentaciones de acomodarse y justificar los sistemas opresores  y b) por caer en el consumismo económico, se justifica teológicamente los estilos de vida  de  los consumidores.

Sin embargo, la realidad científica del cambio climático mundial nos obliga de nuevo y  nos recuerda que la creación se encuentra en el corazón de la fe cristiana. Somos criaturas de la tierra, amados por Dios quien se nos acerca para tratar de llevarnos de nuevo a una relación con los demás y por supuesto con  la tierra de la cual somos parte.

El reto de la teología  primero inicia en  la propia iglesia – para reformar los estilos de vida y el consumo de los hábitos personales. Muchas personas sugieren que la solución a los problemas del mundo es la de deshacerse de la religión. Consideramos que la única forma de administrar y cuidar la tierra es a través de las transformaciones espirituales que pueden cambiar los patrones de adicción a las de mayor relación con toda la creación. La religión es saludable en la medida que contribuye a generar transformaciones integrales que traiga bienestar a la Madre Tierra.

Notas

[1] Common Belief – Australia’s Faith Communities on Climate    Change (2006).

 

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