William Ulises Rodríguez Arce. Caracterización del comportamiento religioso en Nicaragua.

Dr. William Ulises Rodríguez Arce

Teólogo, Historiador y Pedagogo

Director de la Escuela de Postgrado

Universidad Evangélica Nicaragüense MLK

Managua, 19/10/18

 Introducción.

Hablar del comportamiento religioso en Nicaragua hoy es hablar de un fenómeno polimorfo, éste se puede someter a diversos métodos de análisis y marcos teóricos. Sin embargo, sigue siendo un problema epistemológico muy complejo. No estamos estableciendo un juicio descriptivo e interpretativo del fenómeno religioso, expresado en su pluralidad sociocultural y en su sentido más profundo, sino más bien decir que, este se puede someter a diversos tipos de instrumento de análisis y metodología científica, inter y multidisciplinaria, aplicado al comportamiento religioso nicaragüense, lo que podría permitirnos una comprensión objetiva y científica del mismo, haciendo más comprensible su expresión simbólica del comportamiento humano frente  a lo religioso o sagrado.

Este comportamiento religioso nicaragüense, tiene  en su composición muchas particularidades en sus prácticas, las que dependerán de la actitud frente a la  doctrina, teología y los diferentes dogmas. No es posible describir en síntesis cuales son las características del comportamiento religioso en Nicaragua, por las razones anteriormente expuestas. Es natural, que por la diversidad de formas, pensamientos, espacios y costumbres el comportamiento humano frente a lo religioso es diverso, sincrético, particular, singular en cada espacio y lugar. Partiendo de estas particularidades intentaremos ofrecer algunas aproximaciones para encontrar algunas características de este fenómeno religioso.

1 Religión y religiosidad: una distinción relacionada.

Para aproximarse a una comprensión del comportamiento religioso en Nicaragua, es necesario partir del siguiente marco de reflexión. En la mayor parte de la literatura consultada no aparece una clara distinción entre los términos «religiosidad» y «religión». La mayoría de los autores, especialmente desde una perspectiva teológica y pastoral, asumen ambos conceptos indistintamente; incluso desde un enfoque antropológico y sociológico, puede apreciarse cierta ambigüedad en el manejo de estas definiciones[1]. Es una realidad que los límites entre ambos conceptos resultan a veces difusos, y de hecho se complementan e interactúan entre sí en la dinámica interna del comportamiento frente al campo religioso, mediatizados a su vez por las relaciones de poder que los atraviesan y a la misma ves los condicionan.

La religión puede definirse como: un sistema de creencias en un referente metasocial, al que se atribuye una existencia real y la capacidad de intervenir en la vida humana y social. Estas creencias son asimiladas por los creyentes individuales y funcionan en la práctica a través de diferentes niveles de institucionalización, sistematización teórica y organizativa.

Religiosidad es: “el modo y el grado con que la religión incide en el creyente o grupo de creyentes. Es medible a partir de sus indicadores subjetivos (en la conciencia del creyente) e indicadores objetivos (en la práctica religiosa)”[2].  Comporta un aspecto cuantitativo, la intensidad con que la religión interviene en los creyentes, y otro cualitativo, el tipo de religiosidad de que se trate (a partir de las tipologizaciones que sobre una base u otra se pueden establecer).

Esta definición, aunque no necesariamente sea aceptada en todos sus detalles, resulta válida en general para esta reflexión, en la medida en que permite distinguir relacionalmente nuestros objetos de estudio. Porque esto tiene que ver con el comportamiento del nicaragüense frente al hecho religioso. El cual debe concebirse como un estado de conciencia, de la subjetividad humana, que se manifiesta en la práctica y que no necesariamente está asociada a instituciones. Por tanto, sus características, sus representaciones, ideas, símbolos tienen una existencia relativamente independiente frente a cada una de las expresiones religiosas.

La cuestión del comportamiento religioso en Nicaragua, tiene que ver muchas veces con la religiosidad popular, que no es más que un modo de vivir la religión, asumiendo un carácter más directo y sencillo en su vivencia, buscando una mayor funcionalidad y una modalidad más accesible al individuo o al grupo concreto. De este modo, la religiosidad popular puede fácilmente superar la barrera representada por la forma erudita y conceptual, dogmática y abstracta, de vivir la piedad o de pensar la fe, que es otra característica del comportamiento religioso. De esta manera se va adoptando formas más espontáneas de vivir el sentimiento religioso, o al menos más accesibles al nivel cultural de los interesados, la religiosidad popular tiende a esquivar la mediación de la figura sacerdotal, sentida como ausente o distante, o incluso como obstáculo a la comunicación religiosa. Entonces el comportamiento religioso se en la religiosidad que se caracteriza por ser un ejercicio de la religión.

La religión es el reconocimiento consciente y efectivo de una realidad absoluta (lo sagrado o lo divino), de la cual el ser humano se sabe existencialmente dependiente, bien por sumisión a ella, bien por identificación total o parcial con ella. Esta definición desde luego, distingue religión de magia, que hace que lo divino se someta al ser humano; esto incluye el teísmo y el panteísmo o panenteísmo o monismo (una cierta identificación con el absoluto)[3]. La religión es un re-ligarse con Dios, una común unión con lo Divino. Un conjunto de mediaciones utilizadas por el hombre para relacionarse mejor con su Divinidad.

Muchas veces nos encontramos creyentes que pertenecen a determinada organización religiosa, institucionalmente establecida, en la que comparten estrechos vínculos y compromisos con sus «hermanos de religión». Al mismo tiempo, este espacio aparece atravesado por relaciones de poder que determinan el tipo de juego en el campo. Es decir, que aparecen bien definidas las relaciones de jerarquía y subordinación entre los actores, así como la distribución de los roles en cuanto a la producción y/o consumo de los bienes religiosos. Esto desde luego que nos presenta otra característica del comportamiento religioso en Nicaragua.

Nos referimos a un modo de manifestarse de la religión en el pueblo bajo formas heterogéneas, sincréticas, espontáneas, difusas, asistemáticas, asociadas a la vida cotidiana y a la inmediatez, que se expresa en actos y gestos rituales y festivos, de profunda emotividad y creatividad donde lo popular es esencial tanto por el origen como por su extensión, la que se convierte en una característica de este comportamiento de lo religioso.

2 Comportamiento de lo religioso en la religiosidad popular.

Para una definición de la religiosidad popular, en primer término, afirmamos que es posible distinguirlas aunque con cierta dificultad de la ya analizada religiosidad popular. A pesar de compartir rasgos comunes, tales como la presencia de lo mágico, la propia esencia «popular» en tanto producto y expresiones del pueblo, en su quehacer y sentir cotidiano y ancestral, y otros rasgos; se aprecian ciertas características que permiten aislarlas metodológicamente. Ante todo, se constituyen en sistemas estructurados, con relativa independencia respecto a los otros, en los cuales existe un conjunto de normas, principios y concepciones que los definen. Ello supone un nivel de compromiso de los fieles entre sí y con los líderes de los grupos en que se constituyen, con mayor o menor grado de jerarquización.

En el caso de las religiones populares, también sería demasiado simple interpretar todas sus formas directamente como signos de criticismo o resistencia. Aun cuando la mera existencia de una religión popular puede ser interpretada como  signo de tal resistencia, debe recordarse que las fronteras entre la religión popular y la oficial son a veces difusas. Amplios sectores de la religión popular no cabe en los patrones  de los intereses hegemónicos, pero tampoco en su negación. La religión popular puede tener sus propios especialistas, sus propias formas de clero. Considerando la relación entre poder y religión, en el análisis del campo religioso, con sus actores e instituciones inmersos en la construcción de significados religiosos y en la realización de las prácticas religiosas, lo popular puede ser entendido al menos en dos sentidos:[4]

  1. Si tomamos como criterio las relaciones de poder al interior de la religión, lo popular se refiere a las personas que no pertenecen al clero, los sacerdotes o cualquier otro grupo de especialistas, sin tener en cuenta su posición social o de clase. Este apunta más a la esfera del acceso a la producción de la religión, y da como resultado la oposición entre especialistas y consumidores. En el último grupo estaría más representado lo popular. Sin embargo, un pastor en una comunidad pobre no sería considerado popular.
  2. Otro criterio a considerar está basado en las relaciones de poder en el campo de la sociedad, especialmente de las relaciones entre las clases. Se refiere al sentido de los grupos dominados en la sociedad. El laico rico, incluido en el primer sentido de lo popular, estaría excluido aquí. Como resultado tenemos la oposición entre dominados y dominantes en el ámbito social, donde lo popular evidentemente está asociado a la posición dominada.

Evidentemente, ambos criterios se complementan, no podrían ser excluyentes, pero además, tampoco son suficientes. Lo común a ambas definiciones es la cuestión del prestigio.

3 El comportamiento religioso en la religiosidad popular nicaragüense.

Si analizamos el comportamiento de lo religioso en la sociedad nicaragüense a lo largo de su desarrollo histórico, podemos afirmar que en la religiosidad de los creyentes nicaragüenses ha predominado una determinada religión, sin embargo, no existe algo que tipifique con una práctica o creencia religiosa oficial. En el pueblo nicaragüense se fue desarrollando una religiosidad que en lo fundamental se caracteriza por un desarrollo relativamente independiente de instituciones y grupos religiosos, orientada hacia la solución inmediata de problemas, expresada en objetos y prácticas en los límites de lo sensorial.

Por otro lado la religiosidad popular expresada en las fiestas agostinas por ejemplo, tenemos que: Las fiestas agostinas de Santo Domingo no son religiosas en el estricto sentido de la palabra. Son manifestaciones de religiosidad popular, expresiones sincréticas de catolicismo y antiguas creencias indígenas, presentadas folclóricamente en las alegres y bulliciosas fiestas patronales. Lo cual, además, no es un fenómeno estrictamente nicaragüense, sino universal[5].

Sin embargo, El folclorista nicaragüense Wilmor López, menciona unas 100 celebraciones patronales durante el año, en 189 lugares distintos del país (algunos tienen más de una celebración), aparte de La Gritería y el Niño Dios que se celebran simultáneamente en toda la nación. En estas fiestas se mezcla lo religioso y lo folclórico, con fuertes expresiones de antiguos religiones no cristianas (paganismos),  fenómeno que existe en todas partes del mundo.[6] Las principales festividades religiosas se asocian a figuras sincretizadas entre santos y vírgenes católicos y deidades ancestrales a cuyos santuarios acuden ocasionalmente los fieles, para hacer peticiones o mostrar agradecimiento en cantidades generalmente mayores que las que acuden generalmente a los locales de culto[7].

Esta religiosidad se expresa también en promesas a veces acompañadas de mortificaciones corporales, (caminar por la calle de rodillas entre otras formas), en la recepción del bautismo con fines de protección y no sacramentales, en responsos y misas de difuntos, en novenarios y velas encendidas para «alumbrar el camino de los fallecidos», luces en general en la esperanza de curaciones mágicas y en otras creencias y prácticas de este tipo.

A modo de información y sin entrar en detalles, pudiera mencionarse aquellas, de las múltiples figuras devocionadas, que han sido preferenciadas por los creyentes nicaragüenses: son las comúnmente conocidas: Santo Domingo, La Concepción de María, La Virgen de Cuapa, La Merced, San Jerónimo, El Señor de Esquipulas. Cada una de estas tiene su referente en el panteón de deidades de la religión, en su versión autóctona  en la religiosidad popular nicaragüense[8].

4 El comportamiento religioso en el pentecostalismo: una expresión popular de religión.

La mayoría de los especialistas en la temática evalúan lo popular en el pentecostalismo a partir de criterios socio político, es decir, en tanto permita crear vínculos de compromiso social, o se constituya en elemento enajenante de la realidad[9]. Ello supone, en muchos casos, una crítica desde el punto de vista del movimiento popular, ante la no-participación de los pentecostales en las luchas sociales. Desde otra posición, bajo similares parámetros, se trata de reivindicar al pentecostalismo como espacio de resistencia popular frente a la dominación en tanto permite construir redes solidarias de comunidad, aun cuando sea a pequeña escala[10].

Intentamos caracterizar el comportamiento del hecho religioso en el pentecostalismo, este como una expresión de religión popular, no tanto a partir de sus vínculos con lo político, pero sí tomando en cuenta las relaciones de poder tanto al interior del campo religioso, como en el ámbito de la sociedad. [11]

«En ese sentido, el pentecostalismo también es una religión popular, es decir una religión con un alto grado de autonomía respecto a los centros de poder religioso y también frente de poder político. Cabe señalar que los pentecostalismos son religiones populares, como lo son los catolicismos populares. ¿Cuál es la diferencia entre los unos y los otros? Qué los pentecostalismos son un modo de renovación del liderazgo religioso popular frente a la instrumentación del catolicismo popular… Entonces es una disidencia en el sentido de una protesta contra ese control que ejerce la religión católica popular sobre las masas campesinas en este momento»[12].

En cuanto a cierto tipo de manipulación religiosa, el pentecostalismo parece encontrarse bastante próximo a la religiosidad. Ambos comparten la preocupación y práctica por una solución religiosa de los problemas existenciales y cotidianos. Por eso el pentecostalismo ha desarrollado un mecanismo de ajuste y de equilibrio con los cuales sabe manipular los poderes del Bien y del Mal. Por el desarrollo individual de los «dones del Espíritu» (don de lenguas, sanación, discernimiento, profecía) se llega a formar a especialistas que atienden las varias necesidades de los fieles. Esos portadores de dones, con frecuencias se vuelven canales privilegiados de revelación y portadores de poder (exorcismo) sobre el poder maligno que quebranta la vida. Ese poder en el  pentecostalismo responde directamente a las necesidades concretas y cotidianas de personas mayormente de las clases humildes a las que la vida les niega casi todo.

El discurso que caracteriza al pentecostalismo es más  bien un discurso ritual, que se puede definir por la presencia de dos elementos importantes:

  1. Por el orden o el desarrollo de la actividad que busca el evento epifánico para solucionar los problemas individuales.
  2. Por la repetición de discursos que casi siempre están hechos de frases hechas e interjecciones. Son estos elementos fijos, y no el contenido o la lógica del discurso, los que dan al discurso pentecostal una eficacia simbólica que no se encuentra en el discurso protestante tradicional.

«Se observa demás, en el comportamiento frente al hecho religioso en el pentecostalismo, dos rasgos que lo aproximan aún más al catolicismo popular en el Brasil por ejemplo: (1) la creencia en la eficacia simbólica de las palabras cuando son pronunciadas y repetidas en una forma determinada; y (2) el peso cualitativo que cobra un liderazgo cuando no es letrado, o sea cuando es incapaz de manejar libremente el lenguaje.»

«El pentecostalismo se encuentra a medio camino entre el catolicismo popular y el protestantismo tradicional».[13] Esas dos formas de religiosidad popular se encuentran a su vez, codo a codo, a medio camino entre las prácticas oficiales y teologizadas del catolicismo y del protestantismo tradicionales. En este campo común, se presentan como una búsqueda de eficacia religiosa que responde a las necesidades concretas y cotidianas del pueblo.

Es una de las características de todas las iglesias pentecostales, el que busquen y encuentren su base social de sustento en las clases sociales pobres dela población. A consecuencia de ello las comunidades pentecostales asumen características que aparecen como más peculiares de la clase popular baja. Además el pentecostalismo ha encontrado una forma de organización y de comunicación que está al alcance de la misma clase humilde. Mientras las iglesias establecidas se sintonizan primordialmente con la cultura, las necesidades y la problemática de la clase media, el pentecostalismo ha venido a ser  una especie de religión popular que responde eficazmente a las necesidades del pueblo humilde.

Conclusiones

Después de habernos amparado en el análisis del comportamiento religioso en Nicaragua, se ha llegado a la siguiente conclusión: Hay que hacer una distinción relacionada entre la religión y la religiosidad. Aunque a veces los límites entre ambos conceptos resultan difusos, sin embargo, lo importante es ver como estos hechos se complementan, e interactúan entre sí en la dinámica interna del comportamiento frente al campo religioso.

Que la religión puede definirse como un sistema de creencias en un referente metasocial, al que se atribuye una existencia real y la capacidad de intervenir en la vida humana y social. Que la Religiosidad no es más que el modo y el grado con que la religión incide en el creyente o grupo de creyentes.

Que el comportamiento de lo religioso debe concebirse como un estado de conciencia, que se manifiesta en la práctica y que no necesariamente está asociada a instituciones. Que una de las características del comportamiento religioso son sus representaciones, ideas, símbolos que tienen una existencia relativamente independiente frente a cada una de las expresiones religiosas.

Que este comportamiento religioso se da bajo formas heterogéneas, sincréticas, espontáneas, difusas, asistemáticas, asociadas a la vida cotidiana y a la inmediatez, que se expresa en actos y gestos rituales y festivos, de profunda emotividad y creatividad. Que el comportamiento religioso en la religiosidad popular tiene que ver con el compartir rasgos comunes, tales como la presencia de lo mágico, la propia esencia «popular» en tanto producto y expresiones del pueblo, en su quehacer y sentir cotidiano y ancestral.

Que el comportamiento de lo religioso en la sociedad nicaragüense a lo largo de su desarrollo histórico, ha predominado una determinada religión, sin embargo, no existe algo que tipifique con una práctica o creencia religiosa oficial. En el comportamiento religioso se ha desarrollado en lo fundamental y se caracterizado por un desarrollo relativamente independiente de instituciones y grupos religiosos, orientada hacia la solución inmediata de problemas, expresada en objetos y prácticas en los límites de lo sensorial.

Que el comportamiento religioso se realiza asistemáticamente, en devociones particulares, con asistencia no regular a templos u otros locales de culto o con la simple posesión de símbolos religiosos. Este comportamiento religioso se expresa también en promesas a veces acompañadas de mortificaciones corporales, (caminar por la calle de rodillas entre otras formas) y en otras creencias y prácticas de este tipo.

Que la mayoría de los especialistas en la temática evalúan lo popular en el pentecostalismo a partir de criterios socio político.  Que este comportamiento religioso permite crear vínculos de compromiso social, o se constituya en elemento enajenante de la realidad.

Desde otra posición, bajo similares parámetros, se trata de reivindicar al pentecostalismo como espacio de resistencia popular frente a la dominación en tanto permite construir redes solidarias de comunidad, aun cuando sea a pequeña escala. Que el comportamiento religioso en el pentecostalismo, se da como una expresión de religión popular, no tanto a partir de sus vínculos con lo político, pero sí tomando en cuenta las relaciones de poder tanto al interior del campo religioso, como en el ámbito de la sociedad.

Notas

[1]  Cf. FURSTENBERG, FRIEDRICH, (1976) Sociología de la Religión, Ed. Sígueme, Salamanca España. Croado, José Seberino, Los lenguajes de la experiencia religiosa, Estudio de fenomenología de la religión,  Editorial Docencia, Buenos Aires, Argentina, 1994. Eliade, Milciade, Tratado de Historia de la Religión, Ediciones Era S.A,  México, 1972. Ortega Elpidio J. La religiosidad popular. «Expresiones Culturales del Sur» http://www.provinciasdominicanas.org/index.php

[2] RAMÍREZ CALZADILLA, JORGE (1994): La religiosidad popular en América Latina. Definición y características. Posible significación política y relaciones con la Teología de la Liberación. En: Formas religiosas populares en América Latina. Editora Política, La Habana, 1994, pág. 102

[3]   MEWBIGIN L., (1969) Religión auténtica para el hombre secular, Mensajero, Bilbao.

[4]    Esta propuesta aparece en el texto citado de Andre Droogers y Hans Siebers. Op. cit., pág.18-22

[5] Véase en, Fiestas agostinas y religiosidad popular, La Prensa: 1 de  agosto del  2000 / Edición  No. 22087. /

[6] López,  Willmor,  “Directorio de fiestas patronales de Nicaragua”

[7] Tenemos el caso de Santo Domingo, Esquipulas del Sauce, la Virgen del Hato en el Viejo, entre otras etc.

[8] Para la Iglesia Católica la Virgen María, se representa en distintas advocaciones, es decir, varias apariciones, estados o situaciones, bajo diversas figuras, expresiones y vestimentas. personificación de lo sobrenatural, al parecer, es común a unas y a otras religiones desde la antigüedad, entre ellas tenemos: La Purísima, la Virgen del Hato, La Virgen de Cuapa, etc .

[9] Semán, Pablo: «Religión y cultura popular en la ambigua modernidad latinoamericana». En Nueva Sociedad, N.149.

[10]   Movimiento religioso perteneciente a la tradición cristiana instituida por la reforma protestante y cuya doctrina puede sintetizarse en la idea de que “Jesús sana, salva, santifica y hará su segunda venida”

[11] Véase al respecto Christian Lalive DEpinay: El refugio de las masas,…

[12] En: FE Y PUEBLO. Boletín ecuménico de reflexión teológica. Año III, número 14, noviembre de 1986. Entrevista a Jean-Pierre Bastian, por Matias Preiswerk. Pág.4  Por Matías Preiswerk y Franz Damen: «Pentecostalismo y religiosidad p

[13] M. Preiswerk y F. Damen: Op. cit., pág. 45

Bibliografía.

  1. FURSTENBERG, FRIEDRICH, (1976) Sociología de la Religión, Ed. Sígueme, Salamanca España.
  2. CROADO, JOSÉ SEBERINO, (1994) Los lenguajes de la experiencia religiosa, Estudio de fenomenología de la religión, Editorial Docencia, Buenos Aires, Argentina.
  3. ELIADE, MILCIADE, (1972) Tratado de Historia de la Religión, Ediciones Era S.A, México.
  4. ORTEGA ELPIDIO J. La religiosidad popular. «Expresiones Culturales del Sur» provinciasdominicanas.org/index.php
  5. RAMÍREZ CALZADILLA, JORGE (1994): La religiosidad popular en América Latina. Definición y características. Posible significación política y relaciones con la Teología de la Liberación. En: Formas religiosas populares en América Latina. Editora Política, La Habana.
  6. MEWBIGIN L., (1969) Religión auténtica para el hombre secular, Mensajero, Bilbao.
  7. Fiestas agostinas y religiosidad popular, La Prensa: 1 de agosto del  2000 / Edición  22087. /
  8. LÓPEZ, WILLMOR,  “Directorio de fiestas patronales de Nicaragua”
  9. SEMÁN, PABLO: «Religión y cultura popular en la ambigua modernidad latinoamericana». En Nueva Sociedad, N.149.
  10. CHRISTIAN LALIVE DEPINAY. (1968): El refugio de las masas, Estudio Sociológico del Protestantismo Chileno. Editorial el Pacífico, Chile.

 

Este artículo fue publicado por el Dr. Rodríguez previamente y el autor ha considerado que su actualidad socio religiosa sigue siendo pertinente e importante para el análisis de las realidades actuales.

 

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