Indiana Saintclair. ¿Cómo nos hemos desarrollado los Protestantes en América Latina?.

Indiana Saintclair.

Teóloga Pentecostal

Maestrante de Teología Sistemática

Universidad Evangélica Martin Luther King Jr.

Managua, Agosto del 2018

Parte II

¿COMO NOS HEMOS DESARROLLADO LOS PROTESTANTES EN AMERICA LATINA?

La fe evangélica está experimentando en los últimos años un crecimiento que casi merece el calificativo de explosivo. Mientras el primer protestantismo en el continente, el protestantismo histórico o troncal, se fue deteniendo en su crecimiento, el movimiento evangélico de las nuevas denominaciones y misiones de fe fue haciendo rápidos progresos en casi todos los países en las décadas que siguieron a los años de 1930. El desarrollo positivo del protestantismo se dio a expensas de un catolicismo que no logró salir de sus problemas más crónicos, como la falta de sacerdotes y su incapacidad de adaptarse a los nuevos tiempos.

Diversos y divididos, crecimiento de las ciudades latinoamericanas más grandes.      

A través de su historia no muy dilatada, el protestantismo latinoamericano ha ido definiendo los perfiles característicos de sus diversas expresiones. A lo largo del siglo XX, y especialmente en los últimos cincuenta años, la penetración misionera protestante en América Latina ha tenido las características de una verdadera explosión. Esta penetración misionera ha ocurrido mayormente en las áreas urbanas. Como es bien sabido, la tasa de crecimiento urbano en América Latina, especialmente en los últimos cincuenta años, ha alcanzado niveles astronómicos. El debilitamiento de los controles sociales tradicionales y la situación de anomía, característicos de la vida urbana moderna, llevaron a una aguda crisis de identidad personal en las vidas de los nuevos habitantes urbanos. Este protestantismo se presentó, paradójicamente, como algo típico y único, una voz que quería ser oída junto con una voluntad de hacer su propia contribución al desarrollo del cristianismo en todo el mundo. No obstante, en la superficie, este protestantismo se mostró notablemente heterogéneo. Las diferentes iglesias y denominaciones en el continente generalmente han tendido a reflejar tres influencias: el medio ambiente social en el que se han desarrollado, su particular tradición eclesiástica y teológica, y sus lazos de ultramar.

Un protestantismo y diversas formas  

América Latina presenta el caso de un protestantismo definidamente evangélico, pero desarrollándose históricamente a través de diversas formas. Según Rubén Alves, el conocido teólogo presbiteriano brasilero, «para entender» el caso específico del protestantismo latinoamericano, «es necesario verificar su conducta en el contexto global de la sociedad latinoamericana».

El considera lo que el protestantismo podía haber sido (sus posibilidades utópicas) y lo que ha llegado a ser (sus tendencias ideológicas). De allí que, para él, hay dos tipos de protestantismos en América Latina: el conservador y el revolucionario. El conocido misionólogo Orlando E. Costas divide al protestantismo latinoamericano en tres grupos principales: protestantismo troncal o histórico, protestantismo evangélico, y protestantismo pentecostal. El protestantismo en El protestantismo troncal es también conocido como protestantismo histórico, porque está relacionado con las iglesias de la Reforma. Por otro lado, representa al protestantismo ecuménico latinoamericano. La expresión más importante del protestantismo troncal se encuentra en las comunidades étnicas de origen inmigratorio, que vinieron al continente durante la segunda mitad del siglo pasado. Los evangélicos en América Latina pertenecen a una corriente dentro de las grandes confesiones protestantes, que está asociada con la tradición de las «iglesias libres». Las iglesias libres son comunidades autónomas e independientes del Estado, es decir, no son iglesias territoriales o establecidas. La mayoría de estas instituciones eclesiásticas provinieron de Europa, se organizaron o emergieron en los Estados Unidos, y llegaron a América Latina a través de la obra misionera.

Diversas formas y un protestantismo:

Los evangélicos en América Latina pertenecen a una corriente dentro de las grandes confesiones protestantes, que está asociada con la tradición de las «iglesias libres». Las iglesias libres son comunidades autónomas e independientes del Estado, es decir, no son iglesias territoriales o establecidas. La mayoría de estas instituciones eclesiásticas provinieron de Europa, se organizaron o emergieron en los Estados Unidos, y llegaron a América Latina a través de la obra misionera. El protestantismo latinoamericano está marcado por ese «carácter puritano-pietista-evangélico» del cristianismo evangélico mundial, cuyas raíces históricas se encuentran en el movimiento pietista de Europa continental, en el puritanismo de los siglos XVII y XVIII en Inglaterra, y el Gran Avivamiento del siglo XVIII en los Estados Unidos. El despertar de la religiosidad individual, característico del pietismo-puritanismo evangélico, se dio junto con un nuevo interés en las misiones. Los dirigentes de este nuevo despertar en Europa y los Estados Unidos protestaban contra la rigidez de la vieja ortodoxia protestante, y aunque ellos mismos eran teólogos muy bien adiestrados, tendían a subrayar por encima de las fórmulas teológicas la importancia de la vida cristiana practicando para desmerecer el valor de las tradiciones cristianas. Pero también el pietismo ha inspirado una poderosa renovación de la iglesia al dar testimonio del carácter indispensable de la Biblia y la oración para la fe cristiana, y al abogar por el ministerio cristiano del creyente común y no participación en la obra misionera. Sea como fuere, el pietismo parece ser uno de los elementos más característicos del protestantismo latinoamericano y un fuerte factor de cohesión y homogenización. Estas tendencias pietistas, individualistas y misioneras han tipificado especialmente la historia reciente del protestantismo en América Latina. Sus adherentes comparten un trasfondo sociológico similar, así como planteas ideológicos que trascienden las fronteras denominacionales.

Un talante anabautista y fundamentalista

Dentro del ethos puritano-pietista-evangélico compartido por los protestantes latinoamericanos, es posible discernir una doble corriente. Por un lado, está lo que Samuel Escobar denomina como «un talante anabaptista. Por el otro, se destaca un marcado impulso fundamentalista. Ambos elementos pueden aparecer en los más variados grados y combinaciones. Pero en un análisis de conjunto, son los que marcan con un tono general a la mayor parte de los evangélicos latinoamericanos.

Un talante anabautista

Esta corriente tiene profundas raíces históricas ya que se remonta a las expresiones radicales de la Reforma del siglo XVI.  Samuel Escobar explica que básicamente, la característica fundamental del perfil anabautista es la dicotomía de lo espiritual y lo material, de la iglesia y el mundo, y del espíritu y la carne. Este tipo de teología anabautista, con un fuerte énfasis sobre la idea de la separación del mundo y, como corolario, el aislamiento de todo poder político o la abstención de todo compromiso político y social, ha tenido una gran difusión entre los evangélicos en América Latina, casi hasta nuestros días. La iglesia es entendida como una asociación voluntaria, que se autodefine como una minoría fiel al evangelio en medio de un mundo hostil y corrompido. La cristiandad establecida y oficial, por su asociación con el poder político desde días de Constantino, está representada por una iglesia «caída». En cambio, los creyentes fieles al Nuevo Testamento representan la «restitución» de la iglesia verdadera, que se desenvuelve separada del mundo.

Un impulso fundamentalista          

La segunda corriente dentro del protestantismo latinoamericano es más reciente, pero no por ello menos importante. Al considerar la historia del protestantismo en América Latina es posible discernir un impulso hacia el fundamentalismo, no solo dentro de las misiones de fe que se califican de fundamentalistas, sino también dentro de ciertos segmentos del movimiento pentecostal, e incluso en algunas denominaciones más tradicionales. El surgimiento de este impulso fundamentalista dentro de estas iglesias fue estimulado por el patrón de desarrollo de las iglesias evangélicas a lo largo del siglo XX. En la primera fase de este desarrollo, mientras estas iglesias luchaban para formular una estrategia misionera para el continente, las instituciones de afiliación denominacional se vieron involucradas en las discusiones mayormente teóricas levantadas por el pensamiento religioso moderno.

Pablo Deiros (1997). Protestantismo en América Latina. EEUU: Editorial Caribe

 

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