Indiana Saintclair. ¿Cuál ha sido nuestro Perfil como Protestantes en América Latina?

Indiana Saintclair.

Teóloga Pentecostal

Maestrante de Teología Sistemática

Universidad Evangélica Martin Luther King Jr.

Managua, Agosto del 2018

El Ayer, el Hoy y el Mañana del Protestantismo en América Latina

Parte III

La preocupación por la identidad evangélica latinoamencana ha adquirido más recientemente un nuevo impulso, a medida que el crecimiento numérico y una madurez mayor van afirmando la presencia del protestantismo en América Latina. Hoy este protestantismo es reconocido en todo el mundo como algo singular e identificable, a pesar de la extraordinaria heterogeneidad que caracteriza al continente en otros aspectos.  Intentar describir los factores más destacados de este perfil que se ha ido configurando a lo largo de nuestra ya dilatada historia no es tarea fácil.

Comprometidos y descomprometidos

No es extraño que, a lo largo de su historia en el continente, el protestantismo latinoamericano haya desarrollado un fuerte sentido de expectativa escatológica. Marginado y a veces perseguido, fue desarrollando una conciencia de minoría oprimida y militante, que marcha victoriosa hacia un final de gloria con la venida de Cristo como Rey. Este espíritu de militancia con miras al cumplimiento escatológico se expresa muy bien en el vocabulario evangélico corriente, incluso en nuestros días. «Firmes y adelante huestes de la fe» es el himno evangélico por excelencia. Las reuniones de evangelización son denominadas «cruzadas» o «campañas», que son términos propiamente militares. La vida cristiana es entendida como lucha o combate, y el creyente es considerado un «soldado de Cristo”. Más recientemente, se está popularizando el vocabulario de la guerra espiritual. La militancia evangélica, abonada de un fuerte sentido escatológico, ha generado tradicionalmente una doble actitud frente al mundo, la cultura y la sociedad: compromiso y descompromiso.

El descompromiso evangélico        

El tipo de religiosidad promovido por el protestantismo tradicional latinoamericano colocaba a los creyentes en una fe «vertical», muchas veces divorciada de la variedad de posibles implicaciones sociales y políticas del Evangelio. El tipo de religiosidad promovido por el protestantismo tradicional latinoamericano colocaba a los creyentes en una fe «vertical», muchas veces divorciada de la variedad de posibles implicaciones sociales y políticas del Evangelio. La idea de que la religión pertenece a la esfera individual y privada, se asoció al concepto pietista de que cuando una persona se hace cristiana debe demostrar una calidad de vida distintiva. A través de su laboriosidad, honestidad, respeto por la ley y sobriedad el creyente hace su contribución al mejoramiento de la sociedad. «Pero todo intento de relacionar la fe y la doctrina cristiana a la esfera pública es considerado como una «intrusión» que viola tanto el carácter «laico» de la esfera pública como la pureza «espiritual» de la fe». Al igual que los inmigrantes en cualquier lugar del mundo, quienes llegaron a América Latina fueron indiferentes hacia el proceso político y social. Su temor era que cualquier involucramiento pudiera poner en peligro sus sueños de un nuevo comienzo y prosperidad en el Nuevo Mundo. Además, la actitud de descompromiso respondió también al complejo de minoría típico de las denominaciones protestantes en América Latina. Los evangélicos nos hemos concebido siempre como una «minoría sacrificada y disciplinada».    Pero hay también razones teológicas que explican la prevaleciente actitud de descompromiso. En razón de que la mayoría de las denominaciones son muy conservadoras, sostienen la escatología típica del fundamentalismo, en la que el dispensacionalismo y el premileniarismo son algunos de sus elementos más distintivos. «Una teología dispensacionalista y premilenialista presupone una visión de un mundo caído, cuya pecaminosidad se ve reflejada en sus estructuras y en su forma de vida».

Formas de compromiso evangélico

Si bien el protestantismo latinoamericano fue preparado por los misioneros norteamericanos para aceptar una relación estrecha entre políticas conservadoras y reaccionarias con el Evangelio de Cristo, no por ello careció de variadas expresiones de compromiso social y político. El protestantismo en América Latina ha servido generalmente como una protesta contra los valores de la hispanidad de la sociedad tradicional y como un rechazo de la influencia de la Iglesia Católica oligárquica. Estos valores han estado estrechamente asociados con individualismo característico del alma hispana y la idea de cristiandad basada en la alianza de la Iglesia Católica con el Estado. Sin embargo, si el celo religioso y la fe piadosa de los evangélicos latinoamericanos experimenta un giro en su orientación teológica y ésta se vuelca un poco más a las preocupaciones mundanas, es probable que en un contexto en el que empeoren las condiciones económicas y sociales, la influencia directa de los evangélicos sobre los procesos sociales y políticos en el continente resulte inmensa.

Una evangelización combativa

Una de las características más descollantes del protestantismo del pasado es su fuerte carácter combativo, especialmente contra la Iglesia Católica Romana. La controversia fue, durante décadas, el método por excelencia para la proclamación del mensaje evangélico. El abuso del dominio católico romano sobre la cultura y la sociedad como un todo, colocaba a los evangélicos en una posición marginal y vulnerable. No quedaban muchas alternativas, más que predicar la Verdad mediante la denuncia del error. En buena medida, la identidad evangélica latinoamericana está profundamente marcada por este espíritu combativo y confrontacional. Este impulso está en la base de la dinámica proselitista de la mayor parte del protestantismo de América Latina. Como resultado de esta tensión se deriva tanto el vigor corno la validez de la presencia protestante en el continente, así corno también sus limitaciones y compromisos.

Celo por el evangelio           

Muy internalizado en la conciencia evangélica colectiva latinoamericana está el respeto y fidelidad a la Biblia corno Palabra de Dios. La Biblia ocupa un lugar central en la vida y la predicación del protestantismo latinoamericano corno única autoridad en materia de fe y prácticas Este aprecio de la Biblia resulta del hecho que fue el texto sagrado el factor germinal del cristianismo evangélico en el continente. El protestantismo latinoamericano se modeló alrededor de la Biblia. No obstante, en nuestro celo por el evangelio, según está registrado en las Escrituras, la mayoría de los evangélicos no hemos buscado un retorno completo a este pasado sagrado ni hemos hecho una imitación exacta de lo que leernos en las páginas bíblicas.

Un evangelio limitado y un Evangelio integral    

Junto con nuestra limitación del alcance del evangelio, hemos limitado también el alcance de la evangelización. En general, hemos considerado a la evangelización como la única actividad legítima de la iglesia, y dejado de lado todo involucramiento de la misma en cualquier otra forma de compromiso con la sociedad. Hemos temido que tal compromiso pudiese alejar a la iglesia de su misión evangelizadora central y someterla a una especie de religión de buenas obras, un humanitarismo secularizado, e incluso una forma de agitación política y social. Hemos entendido a la iglesia. como una institución única y divina que, si bien está en el mundo, no se atreve a identificarse institucionalmente con los movimientos sociales y políticos que abierta o solapadamente son antirreligiosos, o que abogan por la violencia y el odio como medios para alcanzar supuestos fines cristianos.

Énfasis individualista          

Para la mayoría de los evangélicos latinoamericanos sigue siendo fundamental que el mensaje cristiano se enfoque primariamente sobre la transformación interior de vidas a través de la fe en Jesucristo, más bien que sobre la mera reestructuración exterior de las instituciones humanas. Esta posición, si bien no es necesariamente incompatible con una genuina preocupación social, en muchos casos ha dejado a las iglesias evangélicas latinoamericanas sin un programa de acción social efectivo. La misión de la iglesia ha sido entendida tradicionalmente como la de cambiar vidas individuales y construir el poderío de las instituciones eclesiásticas. A esto se agrega la convicción de que la sociedad mejorará sólo en la medida en que haya un aumento en el número de personas transformadas. Esto significó que a veces no importaba tanto si uno era bautista o metodista, sino si uno estaba a la «izquierda» o a la «derecha» del espectro ideológico-político, o si estaba comprometido o no en cuestiones sociales.

Postergación escatológica   

En los evangélicos hemos colocado el fin de la historia fuera de la historia, nuestra conciencia social está postergada o sometida. Cualquier reclamo de justicia o liberación de la opresión es transferido a un futuro escatológico remoto. Como bien lo expresa un himno evangélico tradicional: «Si sufrimos aquí, reinaremos allí, en la Patria celestial». La consecuencia de esta visión es que el Reino de Dios no es parte del mundo histórico. Injusticia, opresión y otros males desaparecerán con la Segunda Venida de Cristo. En palabras de una revistaevangélica: «Creemos que la Segunda Venida de Cristo pondrá fin a la miseria y el dolor, a las guerras, enfermedades y la muerte, y abrirá el camino para el establecimiento de un reino de paz y justicia, tan anhelado por el hombre, y que sólo un Dios de amor puede establecer». Mientras se espera que esto ocurra, la actitud política y social correcta para el creyente fiel es la de sumisión a las autoridades establecidas. Para ello, generalmente se sugieren tres pasos: (1) cultivar la conciencia mental de que todas las autoridades son instituidas por Dios; (2) reconocer que tanto la sujeción como la rebelión «Frente a una tarea gigantesca en América Latina», son esencialmente actitudes más que acciones; y (3) confiar que Dios cambiará a aquellas autoridades que no son justas. Hay muchos gobernantes, oficiales, administraciones, leyes, normas, ordenanzas y restricciones injustas en nuestros países. Y Dios sabe de cada una de ellas. Ellas existen bajo su permiso para cumplir su propósito. Cuando ese propósito se haya cumplido, entonces serán quitadas.32 Entre los evangélicos, el texto bíblico más comúnmente citado con respecto a la política es Daniel 2.21: «El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos». Según este concepto, el futuro de América Latina está bajo el control directo de Dios; el reino de Dios no tiene nada que ver con un proyecto histórico. Esto es particularmente cierto en relación con la mayoría de los evangélicos latinoamericanos, incluso en nuestros días.

Fuente:

Pablo Deiros (1997). Protestantismo en América Latina. EEUU: Editorial Caribe

 

 

Estándar

Deja un comentario