Jairo Arce Mairena. Espiritualidad campesina

Capitulo VI

“En las expresiones de fe de los campesinos se revela la convicción profunda de que la tierra es un don de Dios”.

Josué Luis Caravias S.J.

ANTE EL AVANCE DE LA LLAMADA SELVA de cemento, con la acelerada urbanización de las zonas rurales, el exterminio de la fauna y la flora, urge una espiritualidad campesina, que rescate el amor a la tierra, el disfrute de los sonidos naturales como el viento, el mover de las ramas de los árboles, el canto de los pájaros, el aleteo de los peces y el recorrido de las fuentes del mar, los ríos y los lagos.

Hoy las nuevas generaciones con aspiraciones cibernéticas y urbanísticas ya no experimentan ese ambiente natural que sólo el campo produce, porque se ha acostumbrado a los ruidos escandalosos de los carros, los aviones, las fábricas y toda máquina mecánica que deambula por las calles pavimentadas de la ciudad. Los olores naturales han sido sustituidos por olores superficiales.

Es pertinente una espiritualidad campesina donde Dios se hace real, lo sentimos, lo palpamos, lo acariciamos, lo deseamos, y lo hacemos parte integral de nuestra vida cotidiana. Todo ello implica un proceso de experiencias, que tiene su particularidad en el ámbito individual como colectivo. Esas experiencias son muchas, y por ende, difíciles de entenderlas en algunos casos, pero que  a cada momento son manifestadas en palabras y acciones.

  1. Concepto de espiritualidad Campesina:

¿Podría plantearse un concepto de espiritualidad Campesina? Claro que podemos expresar que espiritualidad Campesina es la vivencia y reflexión sobre la realidad de Dios manifestada en la realidad ecuménica del campesino. Esta espiritualidad trata de encontrar la realidad de Dios como práxis concreta de la realidad de ecuménica campesina, en el que Dios se hace real por la experiencia vivencial del campesino y la experiencia del campo (ecología). Es así que esta espiritualidad no se limita solamente a lo subjetivo, sino también a la afirmación práctica y cotidiana de la objetividad campestre.

La espiritualidad Campesina tiene como sujeto al campesino y no al campo.  Para entender la espiritualidad campesina se tiene que partir de una reflexión ecoteológica, ya que el campo es el sujeto-atractivo del campesino, y además es el espacio ó templo donde Dios se  manifiesta. En este lugar  es  donde el campesino  experimenta el éxtasis de las bellezas y fantasías  de la Naturaleza. En ese experimento es que el campesino conoce y siente real la presencia de Dios. Toda esa amalgama psicoecológico componen la  espiritualidad campesina.

  1. El campesino: linaje de Dios:

En Lucas 8:4 -14 Jesús cuenta a sus discípulos la parábola del Sembrador. Esta parábola refleja la realidad del campesinado. Expresa la estratificación del campesinado y refiere su situación crítica. Jesús y sus discípulos comen de la cosecha (Luc.6:1). La cosecha es el verbo encarnado que da vida en abundancia, es prototipo de Jesús, Dios hecho alimento y bebida, Dios materializado ecológicamente, porque todo fruto es manifestado como la presencia y providencia de Dios para la humanidad entera.

La parábola del Sembrador es un punto de partida para hacer teología campesina desde la reflexión bíblica. Nótese que en esta parábola, los campesinos (el Sembrador) no tienen disponibles las buenas tierras, son unos pocos los que cuentan con ella y logran de ella “el fruto a ciento por uno“(Luc.8:5-8; Mc.4:3-8; Mt.13:3-8). Por eso podemos afirmar que Jesús hace reconocimiento de  la tierra como elemento vital y unificador para la vida. Lo más valioso para el campesino es la tierra. Allí él ve realizada su esperanza. Allí testifica de la manifestación de Dios. El campesino descubre a un Dios campesino.

Para entender al campesino como linaje de Dios  tenemos que tener una visión panteísta sobre Dios, ya que éste se manifiesta en todo lo que es vida y se forja vida. El campesino es procreador de las cosas, es un ser de vida y para vida.  El campesino y la tierra representan las venas de Dios, pues conjuntamente generan vida para todos/as, y ésta vida es concreta, visible, una vida sólida (cosecha-comida-alimento) que se ingiere para fortalecer la materialización  de  la vida  humana.

Los campesinos ven y siente a Dios entre ellos/as cuando tienen las facilidades para sus labores agrícolas y esperan en él  las cosechas como bendición y redención total para sus vida, ya que de estas  abastecen el hogar (la familia), compran vestuarios, calzado, pagan servicios públicos (agua, luz eléctrica, etc.), almacenan semillas (frijol, maíz, trigo, etc.) para sembrar  nuevamente y llegar obtener otra vez las cosechas.

Las comunidades campesinas creen y lo reafirman en su trabajo, que el testimonio y el amor de Dios es verdadero y manifestado en  la sonrisa del campesino a la par de la milpa, que es un sinónimo de vida, donde el chilote, elote, frijoles nuevos, los trigales, ayotes, pipianes, etc. son el fruto de la realidad de Dios, un Dios que se presenta como abundancia, que promete largura de vida. Esta realidad de Dios (abundancia) no se le puede negar al campesino, es el futuro construido con sus manos. Por  ello, el campesino es el nuevo Adán en sintonía con la Naturaleza. El Adán campesino a la imagen de Dios (morfoteócrato).

  1. La cosecha: Verbo de Dios:

Dios se encarna en los frutos (maíz, frijoles, trigo, arroz, etc.) de la Naturaleza (Alma  Mater). La cosecha es fruto del Espíritu Santo. La cosecha es verbo de Dios. La cosecha representa el cuerpo de Cristo. En ella pierde sentido el  dualismo sacral  (Sarx-Neuma), ya que no se inclina a lo abstracto, donde se cree que el espacio divinal es lugar  de donde viene la bendición. El campesino está en constante relación con la Naturaleza, y no hace ninguna diferencia entre lo profano y lo divino, porque no se limita a estos dos, sino a la manifestación integral de Dios  en la Naturaleza. Es decir, trata de entender a Dios en lo concreto y lo inmediato: todo lo que está a la vista y al alcance de todos/as. Por tanto, la cosecha está en lo concreto y a lo inmediato. La cosecha es la esperanza redentora del campesino.

  1. Integridad de la Creación: Construcción del Reino de Dios:

La concientización de la comunidad local para trabajar en un esfuerzo común permite lograr la integridad de la creación. Ante la triste problemática ecológica es urgente que los líderes de cada comunidad se dediquen a la justicia, la paz y la integridad de la Creación. Bíblicamente afirmamos, que la paz no existe entre nosotros, sin poseer paz con la Naturaleza sino hay paz para nosotros.

En la Escritura el término “paz“ (Shalóm) significa comunión (Koinonía), relaciones justas, vida abundante, etc.; lo que implica necesariamente la realización de la vida humana en unidad y armonía con todo lo existente. Debemos tener presente que la Creación que el Señor ha creado y construido es la creación que él  ha amado a partir de su sacrificio en la cruz, proponiendo salvar y liberar la creación de la ley, del pecado y la muerte. Es por tal razón que él entró en la historia, no sólo para ser Señor en todos los ordenes de la existencia, sino para darnos su palabra originada de la vida, y a la vez, fuerza reintegradora de la Creación.

El liderazgo campesino en el sentido de renovar la vida, debe estar al servicio  (Diakonia) de la integridad de la Creación, la cual viene originalmente del mandamiento del Génesis 1:28. La  reflexión de éste texto desde la realidad de nuestras comunidades campesinas, conforma una de las fuentes que sustenta el trabajo comunitario para una pastoral de la vida, que busca la recreación de las vidas y del ambiente que las sustenta.

El Reino de Dios sólo se hace logrando la integridad de la Creación. Antes debemos confesar nuestra culpa ante el Señor, Dios creador y liberador, que creó al Hombre y a la Mujer en medio de su Creación (El Edén) para que la cuidara, pero éste/a no lo hicieron, el cual dieron inicio al desequilibrio de la Naturaleza y por ende, nosotros/as dimos seguimiento a este error, pues hemos sometido nuestra Creación a la vanidad  (Rom. 8).

Leyendo a Roy  H. May, podemos encontrar algunas reflexiones teológicas que pueden ayudar a mejorar el trabajo comunitario desde la espiritualidad campesina. Él plantea que hablar de la tierra es hablar  de la vida, porque la tierra es sustancia de la vida humana, siempre significa bienestar físico y seguridad existencial. Posibilita la vida en comunidad, porque es el lugar de trabajo y el espacio para ser nación ó pueblo.

La tierra es lo que Dios propone como manifestación histórica de su obra salvífica que anticipa la salvación definitiva. TIERRA-VIDA-FUTURO forman una sola unidad. Este es el trasfondo histórico de Jesús, pues su predicación era el Reino de Dios, lo que implica transformaciones radicales en todas las relaciones de la vida.

Dios crea la tierra y la entrega como regalo, pero siempre es su dueño, es un mismo creador y dueño de la vida. Dios confía gratuitamente la tierra a la humanidad como fideicomiso, para que se use en beneficio de la misma humanidad sin destruir la vida de otros seres vivos de la diversidad creada. Es por eso que la tierra no debe entregarse a individuos, más bien, confiársela a la comunidad como colectividad. Únicamente por medio de la colectividad es que se puede asegurar la satisfacción de las necesidades de todos/as, y así cumplir el propósito de la tierra: vida para todos/as.

Lo anterior nos lleva a platear que la tierra no puede ser un bien de consumo que se intercambie a complacencia, ó un medio de apropiación egoísta. No es éste el propósito de la tierra. La Biblia no habla de la tierra como propiedad, sino como herencia. Este concepto recalca el acceso seguro a la tierra y su función social. Como herencia, la tierra es el fundamento de la comunidad y todo su uso y toda su producción tienen que tener una función social. Si el acceso a la tierra significa vida, entonces el despojo de la tierra significa muerte.

Esto está claro en la tradición del Antiguo Testamento y varios textos abordan este tema; por ejemplo, la división de la tierra de Abraham y Lot   (Gén. 13:1-18). Por ésta tradición, como ya indicamos, después de la toma de la tierra prometida, los israelitas establecieron una economía campesina. En el marco de la subsistencia de una vida precaria, la utopía campesina, recogida en su formación económica, requería que todos/as tuvieran acceso a la tierra y a la igualdad social. Para que todos/as vivieran en comunidad era imprescindible la justicia social.

La reflexión anterior es el llamado para una organización comunitaria y campesina que satisfaga las necesidades de la comunidad local, como punto de partida de la construcción del Reino. La proyección de la espiritualidad campesina empieza en la preservación de los recursos naturales, pues estos son generadores de vida abundante.

Esto quiere decir, que sin el cuido de los recursos naturales no hay vida para ningún ser viviente. Preservar la vida será el trabajo de cada ser humano. Violar las leyes de la Naturaleza es negarnos la vida. Entonces, no tiene sentido hablar de desarrollo humano sino se toma en cuenta la problemática ecológica de cada comunidad local.

  1. Presupuestos para una espiritualidad campesina:

La ecoteología es inseparable de la espiritualidad campesina, ya que ambas se interrelacionan las experiencias de respeto a la creación.  Debido a la valiosa experiencia y espiritualidad del campesino, tratamos de presentar algunos presupuestos teológicos[1] que puedan ayudar a plantear una espiritualidad campesina, y desde esta solucionar los problemas ambientales y mejorar la situación del campesino.

Debemos hacer espiritualidad campesina desde:

  • La realidad integral del campesinado
  • Expresiones teológicas en la cotidianidad de la pobrecía campesina.
  • Las devociones en el ámbito campesino.
  • Las culturas campesinas como elementos básicos para una espiritualidad campesina.
  • Claves de lectura teológica campesina.
  • Las prácticas agrícolas y su relación con Dios.
  • La racionalidad campesina tiene su autonomía, ya que su razón – sentir es inédita.
  • Diversidad de prácticas y expresiones religiosas, donde se dan procesos de cambio de una religiosidad tradicional y sacramentalista hacia una espiritualidad basada en actitudes y compromisos de vida.
  • Unidad muy estrecha entre vida y Biblia, lo cual propicia el cambio de mentalidad y de actitud, favorables para nuevas lecturas de la Biblia desde los rostros concretos (tierra, mujer, niños)…
  • La presencia y la acción de un Dios cercano, en medio de las cosas sencillas y cotidianas de la vida.
  • Expresividad campesina en dibujos, coplas, cuentos, pinturas, imágenes, canciones, poemas, narraciones, cartas, testimonios, oraciones, celebraciones, escritos, dichos, artesanías, actitudes, alimentos, símbolos, medicina natural, etc.

Para lograr hacer una espiritualidad campesina debemos:

  • Proponer una lectura campesina de la Biblia, cuyos ejes hermenéuticos apunten a la integridad de la vida campesina. Ellos son: Tierra, mujer, comunidad, organización, ecología, familia, cultura y persona.
  • Fomentar una pastoral que se identifique con los campesinos, conocer, interpretar y revalorizar sus ideologías que ellos tienen y estas sean intercambiadas.
  • Recuperar y sistematizar las prácticas y experiencias religiosas campesinas (nuestra fe), las cuales conforman la razón de la teología campesina, integrada a las luchas de resistencia.
  • Dirigir y ejecutar la formación y capacitaciones desde las experiencias campesinas para resolver los problemas, necesidades e intereses.
  • Reivindicar el valor de las luchas campesinas históricas en defensas de nuestras vidas.
  • Crear propuestas económicas alternativas concretas que iluminen la realidad desde una visión bíblica-campesina.
  • Impulsar el reconocimiento y expresión de una teología de los campesinos. Los campesinos deben desarrollar su propia teología, así como desarrollar sus organizaciones, sus luchas, su cultura, su religiosidad.
  • Rescatar, reafirmar y revalorar la identidad campesina.
  • Promover la participación activa y crítica en las instancias organizativas y políticas, buscando propiciar el derecho de la vida nueva campesina.
  • Dar paso a una lógica racional de la experiencia de Dios, a una lógica de los sentimientos, donde cobra mucha importancia la persona, la autoestima, la efectividad y la sensibilidad del campesino.
  • Valorar la religiosidad campesina, expresada en las diferentes prácticas populares (celebraciones, fiestas, movilizaciones…) que ayuden al desarrollo de una vida más comunitaria.
  • Defender y consolidar nuestra cultura campesina, con apertura a las culturas negra e indígena, revalorando las raíces de nuestras culturas, propiciar el diálogo entre culturas y el enriquecimiento en la diversidad.
  • Trabajar por un cambio en las estructuras que marginan al campesinado, respetando los procesos de cada comunidad.
  • Trabajar por un modelo educativo adecuado a la cultura, que permita la valoración de los saberes campesinos.
  • Apropiar los medios de comunicación popular y recuperar los valores y prácticas de costumbres como: prácticas, agropecuarias, medicina natural, tradición oral, comidas, música, etc.

La misión ecológica se alimenta de la espiritualidad campesina, principalmente en el actual contexto donde las nuevas teologías pretenden sacralizar los moldes arquitectónicos de la ciudad como el lugar preferido de Dios para llevar su bendición de prosperidad.

Notas

[1]  Las siguientes revistas nos pueden orientar sobre el estudio de la espiritualidad campesina, Práctica, Nro. 17, Julio, Santa Fe de Bogotá, D.C., Colombia, 1997, y Caminar Teológico a paso campesino, CCC-CETELA, Junio, Santa Fe de Bogotá, D.C, Colombia, 1998.

Fuente: Arce Mairena, Jairo Denis. (2014). Espiritualidad y Ecología: en búsqueda de la armonía total. Managua: CIEETS.

 

 

 

 

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