Edward Salazar Cruz (2020). Declaración “Por un Cristianismo Ecológico, con Conciencia Social y Planetaria, Revisión 2020”

31 Octubre 2020

En Septiembre del 2017, presentamos la primer version de la Declaración “Por un Cristianismo Ecológico, con conciencia social y planetaria”, hoy, tres años,  volvemos a insistir en ver hacia adelante con nuestra confianza de que el que comenzó en Nicaragua la buena obra la perfeccionara en Cristo Jesús.

He revisado la propuesta de cara a nuestra común realidad y animo a mis hermanos y hermanas a orar sincronizadamente en el Espiritu por nuestro país, confiando en las promesas del Evangelio contenidas en las Sagradas Escrituras y abiertos a las nuevas revelaciones del cielo. Dios les bendiga por “dentro y por fuera”.  Esta segunda version anima a seguir siendo testimonio del Reino de Dios y su Justicia en Nicaragua.

DECLARACION

“POR UN CRISTIANISMO ECOLÓGICO,

CON CONCIENCIA SOCIAL Y PLANETARIA REVISIÓN 2020”

Entendemos por «ciudadanía» el proceso personal y social de crear condiciones de conciencia, organización, elaboración de un proyecto de nación y una práctica holística en la cual cada persona, cada sector, la totalidad de la nación pasan a ser constructores de una nueva humanidad, de una manera distinta de construir las relaciones con el medio ambiente, la economía, la institucionalidad publica, la cultura plural y el respeto a los derechos humanos, la libertades públicas y la paz.

El Gran Desafío Histórico del Protestantismo Evangélico Nicaragüense, a 503 años de Reforma Protestante, es lograr incidir realmente en el cambio de mentalidades, en la formación de nuestra sociedad, sus instituciones, su economía y sobre todo construir un nuevo concepto de ciudadano nicaragüense con valores protestante, de Reino de Dios y su Justicia Social.

La construcción de una nueva ciudadanía evangélica “protestante” de Siglo XXI, pasa por siete dimensiones:

(1) UNA CIUDADANÍA PERSONAL, FAMILIAR Y COMUNITARIA

Se nutre de la comunión con Dios y el encuentro con la Palabra Escrita de Dios.

Nosotros animamos a todos aquellos que de buena fe han abrazado el Cristianismo Protestante y Evangélico a cultivar la oración y el estudio de la Biblia, en la devoción personal, en la comunión eclesial y la unidad familiar.

Entregar a la vida a Jesucristo, pedir la presencia del Espiritu Santo, dejarse guiar por la Palabra de Dios sigue siendo el pilar fundamental de una verdadera vida cristiana.

La familia es el núcleo de la sociedad. Y las Escrituras siguen siendo fuente para la formación de valores solidos a nivel individual, familiar, eclesial y comunitario.

(2) UNA CIUDADANÍA EVANGÉLICA ECOLÓGICA

Los creyentes en cuanto afirman que Dios ha creado todas las cosas y por lo tanto son responsables y corresponsables del cuido y la protección del medio ambiente.

Debemos desarrollar una mayor conciencia que tanto nosotros como la sociedad tenemos derecho a gozar de una calidad de vida decente y esto pasa por el cuidado y respeto hacia los ecosistemas, la naturaleza, la biodiversidad. Lo cual se muestra en el compromiso de la no contaminación atmosférica, de los mantos de agua, de los suelos, la no quimización de los alimentos, la denuncia de que no se destruyan los bosques, que se aseguren los debidos estudios de impactos ambientales, que se firmen y cumplan los compromisos internacionales y regionales en materia de medio ambiente y recursos naturales, que no se den en concesión bienes comunes que pertenecen como patrimonio a la nación o las comunidades indígenas.

Cada creyente evangélico hoy, debe asumir su responsabilidad ecológica de justicia intergeneracional. No le podemos heredar a la presente generación de niñez, ni a los que no han nacido una sociedad ecológicamente contaminada y destruida.

Somos personal y colectivamente responsable del futuro de nuestra Casa Común: Nicaragua.

El Cristianismo debe tener un perfil personal, social y ecológico y ser por sobre todas las cosas ecológicos, porque somos parte de la creación de Dios.

(3) UNA CIUDADANÍA EVANGÉLICA TERRENAL

Somos ciudadanos nacionales y planetarios. Esa dimensión planetaria debe estar claramente incorporada. Vivimos en una tierra, una y única, que tiene como vecindario al sistema solar. Y solo en nuestra tierra, la vida tal y como la conocemos es verificable y viable científicamente. Somos parte de la biodiversidad. Gozamos de los elementos, la vida y la energía de esta tierra. Compartimos con estructuras bióticas y abióticas. El equilibrio del ecosistema es el equilibrio de la población.

Con los más de 7 mil millones de seres humanos repartidos en cinco continentes y en pequeñas islas, la tierra se encuentra más allá de su capacidad de soporte. Siendo afectada por la contaminación de aguas negras, la contaminación por productos químicos peligrosos, la contaminación del aire, los principales cambios atmosférico producto de la deposición acida, el calentamiento mundial, el deterioro de la capa de ozono, las inadecuadas políticas públicas y económicas, la ausencia de responsabilidad en el análisis de riesgos, la falta de voluntad de asegurar la protección de la biodiversidad de las especies silvestre, la conversión de basura en recurso, el apogeo y ocaso de los combustibles fósiles, los problemas de la energía nuclear y sus amenazas, la débil promoción y potenciación de la energía solar y otras fuentes renovables, el estilo de vida consumista e insostenible.

Por ello, el Cristianismo del Siglo XXI debe ser bíblico, personal, social y ecológico que implique:

a) Una conciencia planetaria de que los bienes y servicios son limitados.

b) La necesidad de asumir las erres (p) del pensamiento ecológico: respetar a todos los seres, rechazar la propaganda falsa y consumista, reducir, reutilizar, reciclar, re arborizar.

c) El suelo, el agua, la agricultura, los alimentos, el crecimiento, la justicia son componentes de la humanidad colectiva, producto de una gracia ecológica inmerecida.

Debemos estar abierto a cooperar en la apropiación de los aportes de la cuarta revolución tecnológica, los desafíos del cambio climático, la necesidad de cuidarnos frente a la segunda ola de Covid19, coadyuvar por la estabilidad y el desarrollo sostenible de nuestro país.  

Nuestro deber está en ser parte de las soluciones y no de los problemas. Orar por nuestra sociedad, nuestro Estado y sus instituciones.

(4) UNA CIUDADANÍA EVANGÉLICA ECONÓMICA-PRODUCTIVA

La riqueza de nuestra nación está en sus medios de producción, capital, poder, tecnología y el aprovechamiento de las ciencias. La necesidad de aumentar las oportunidades para reducir la brecha de la pobreza se torna una urgencia no ineludible, ello implica una política tributaria menos cargadas para las economías más vulnerables.

Más del 36% de la población es evangélica, paga impuestos, hay que fomentar una economía fiscal más justa, solidaria, equitativa y redistributiva.

(5) UNA CIUDADANÍA EVANGÉLICA SOCIAL Y COMUNITARIA

La construcción de una nueva ciudadanía protestante demanda una toma de conciencia de mayor participación en las redes sociales y comunitarias para dar testimonio de la fe, servir socialmente y ser agentes productivos.

Ello implica identificarnos con todos sin exclusiones y estar abierto a solidarizarse con los innumerables movimientos sociales y asociaciones comunitarias, con los que demandan respeto a sus  derechos de forma  justa y debida.

Como protestantes nos identificamos socialmente con el respeto a los pueblos indígenas, las comunidades campesinas, la protección de los ancianos de la tercer edad, con  la construcción de la cultura de paz y no violencia, los derechos humanos, la prevención y mitigación de desastres, la niñez, contra la violencia hacia las mujeres (No mas Femicidio), el respeto a la vida y la propiedad, con la juventud.

Un nuevo protestantismo hoy en Nicaragua, implica estar consciente que somos la reserva moral de esta sociedad en materia de valores de Reino, justicia, paz y solidaridad.

(6) UNA CIUDADANÍA EVANGÉLICA QUE DEFIENDE SUS DERECHOS Y ASUME SUS DEBERES CIUDADANOS

Somos conciudadanos.

Gozamos de derechos consignados por la Constitución y las Leyes de nuestro país, en conformidad con los tratados universales y americanos firmados y ratificados por Nicaragua. Derechos civiles, sociales, económicos y culturales.

Por lo tanto, el deber del Estado es tutelar los derechos de todos los nicaragüenses y de nosotros como conciudadanos de esta República. El deber del Estado es cumplir con la Constitución, las leyes y los tratados.

Creemos en el respeto al Estado de Derecho, los Derechos Humanos, el libre sufragio competitivo, observado y transparente, el principio de legalidad, la separación e independencia de los poderes.

En cuanto somos más del 36% de la población, se debe tener claro que nuestros hermanos y hermanas están presentes en todas las actividades de la sociedad, la economía, la política, la educación, la salud, la productividad, el comercio, el servicio público, las comunicaciones, los movimientos sociales.

Frente al Estado somos sujetos de Derecho y frente a otros ciudadanos ejercemos una con-ciudadanía de cooperación, solidaridad y respeto mutuo.

Ser protestante hoy es asumir nuestra titularidad como sujetos de derechos y no solo de deberes.

(7) UNA CIUDADANÍA EVANGÉLICA POLÍTICAMENTE – PARTICIPATIVA

Siendo más de dos millones de evangélicos protestantes en el País, debemos asegurar nuestra participación social, económica y política como una bendición para nuestra nación.

Somos constructores de nuestro país. Si no ejercemos nuestros derechos los perdemos y aseguramos que el mal se multiplique. El mal solo es fuerte cuando los buenos se abstienen de hacer lo mejor que pueden hacer: el bien público.

No seremos ciudadanos plenos, si no participamos como evangélicos protestantes en la construcción de una Nicaragua ecológica, socio-democrática y pluricultural.

Por ello la dimensión política participativa, consiste en participar con responsabilidad ciudadana en las cosas y en las decisiones que nos afectan colectivamente.

No podemos permitir que minorías que no se identifican con nosotros, decidan nuestros destinos.

Somos la cuarta generación de evangélicos, y no podemos seguir permitiendo que terceros no identificados con nuestros valores, principios, visiones y espiritualidad nos vean solo como “voto” y no como protagonistas y sujetos políticos.

Por ello, animamos a los hermanos y hermanas que participan en política y que son miembros de nuestra comunidad a ser fieles al evangelio del Reino de Dios y la justicia, a formarse responsablemente, a consolidar los esfuerzos que realizan con propuestas, contenidos y programas actualizados asegurando participación a los jóvenes y las mujeres.

Animamos a la comunidad evangélica en el campo y la ciudad a orar por nuestro país, por las elecciones que se avecinan en el 2021, a respaldar iniciativas que cuenten con programas y proyectos locales ecológicos, comunitarios y sociales: pedir a Dios que contemos con candidatos que se distingan por sus valores éticos, capacidad profesional, conocimiento adecuado en el campo y una experiencia personal con Jesucristo y el Espiritu Santo, que se vean a mismo como facilitadores del Reino de Dios y su justicia, administradores de los propósitos de Dios y no obstáculos para el bien de nuestra sociedad.

Nosotros Protestantes del Siglo XXI, en Nicaragua, afirmamos nuestra convicción en el Señorío de Jesucristo, la Biblia, norma de vida y costumbre, la libertad de conciencia.

Dado en la ciudad de Managua, a los treinta y un dia del mes de Octubre del año dos mil veinte.

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